Denle una oportunidad a Darín
Qué decir al respecto de Séptimo. En este punto no sé si
Darín elige mal los papeles, si le traen
unos guiones insostenibles (que esperan salvación a través de la presencia del
protagonista) o vaya a saber qué, pero resulta que uno llega al cine con un
poquito de esperanza de no ver otra vez al actor haciendo de sí mismo, sino al fin una película en que al
menos se pueda lucir un poco. Pero no, vean, resulta que la historia arranca interesante a
partir de la desaparición de los hijos del abogado que él encarna, pero como un
flan que va perdiendo consistencia sucede lo mismo con la trama. Se hace poco
creíble porque tanto el guión como los actores no ayudan , y al margen de eso,
van sucediendo algunas cosas un poco obvias que en lugar de desviar la atención
(atentos al comisario y sus actitudes) empiezan a aguar la fiesta.
El clímax
del desastre es el plantado de un objeto que se supone no solamente le da la
pista al atribulado padre al respecto de lo que ha sucedido con sus hijos
durante el tiempo en que estos estuvieron retenidos, además le muestra eso
también al espectador. Pero el problema es que lo hace de una manera tan burda,
que se nota que había que resolver de algún modo el intríngulis y bueno,
echaron mano de lo que primero que vieron. De todos modos el casting hizo agua
por varios lados y se ve que alguien creyó que los niños podían dar el tipo
necesario, pero eso tampoco sucedió. Belén Rueda no está a la altura de las
interpretaciones anteriores. ¿Se salva alguien? Bueno, los secundarios no son
impresentables, al menos. Se puede decir que a esta altura Darín resta más que
lo que suma y deberían darse cuenta que ya no es negocio seguro y dejarlo
descansar un poco.