Un personaje sin moral, pleno de codicia, al que el director
no juzga y hasta le otorga la voz para que diga en primera persona lo que el titiritero quiere contarnos de él. Y DiCaprio, de la mano de
Scorsese, nos lleva un viaje de locura,
con pasos de comedia ligeros y tal vez demasiado extensos (uno de ellos, al
menos, me hizo vivir un deja vú; quizá en algún momento recuerde en que film lo
ví). Lo que es casi inevitable es sentir empatía por Jordan Belfort . Lo ves
tirando dólares a los agentes que lo investigan, tomando drogas, engañando a su
mujer una y mil veces, y un sinnúmero de otras acciones reprochables, y sin
embargo te cae bien. El film lleva un buen ritmo pero hacia el final se hace un
poquito obvio en lo que creo fue la intención de dar un pequeño mensaje
moralista al respecto del comportamiento del personaje. Tal vez sintió algo de culpa por el derroche y la
banalidad expuesta así, cruda, ante los ojos del espectador. O tal vez lo pensó de ese modo desde el inicio.
En una época en la que el dinero y las posiciones acomodadas y sus beneficios generan
más controversia que nunca (pero siguen existiendo, a pesar del mundo, a pesar de
todo) el director se permite querer a un tipo así, un egoísta, ególatra y presumido.
Mostrarlo drogado, balbuceando, Planeando el lanzamiento de enanos a corta
distancia por puro divertimento. Un Robin Hood al revés. Un tipo que te quita
cosas con promesas falsas de crecimiento personal y económico. Un tipo que te
vende cosas que no necesitás, y que te puede enseñar a venderlas, como un gurú
de la autorealización económica a costa de los otros. Perdón. ¿Alguien tiene un
bolígrafo para venderme?
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