miércoles, 22 de enero de 2014

El lobo de Wall Street

Un personaje sin moral, pleno de codicia, al que el director no juzga y hasta le otorga la voz para que diga en primera persona lo que el titiritero quiere contarnos de él. Y DiCaprio, de la mano de Scorsese,  nos lleva un viaje de locura, con pasos de comedia ligeros y tal vez demasiado extensos (uno de ellos, al menos, me hizo vivir un deja vú; quizá en algún momento recuerde en que film lo ví). Lo que es casi inevitable es sentir empatía por Jordan Belfort . Lo ves tirando dólares a los agentes que lo investigan, tomando drogas, engañando a su mujer una y mil veces, y un sinnúmero de otras acciones reprochables, y sin embargo te cae bien. El film lleva un buen ritmo pero hacia el final se hace un poquito obvio en lo que creo fue la intención de dar un pequeño mensaje moralista al respecto del comportamiento del personaje. Tal vez  sintió algo de culpa por el derroche y la banalidad expuesta así, cruda, ante los ojos del espectador.  O tal vez lo pensó de ese modo desde el inicio. En una época en la que el dinero y las posiciones acomodadas y sus beneficios generan más controversia que nunca (pero siguen existiendo, a pesar del mundo, a pesar de todo) el director se permite querer a un tipo así, un egoísta, ególatra y presumido. Mostrarlo drogado, balbuceando, Planeando el lanzamiento de enanos a corta distancia por puro divertimento. Un Robin Hood al revés. Un tipo que te quita cosas con promesas falsas de crecimiento personal y económico. Un tipo que te vende cosas que no necesitás, y que te puede enseñar a venderlas, como un gurú de la autorealización económica a costa de los otros. Perdón. ¿Alguien tiene un bolígrafo para venderme?

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